El chemsex está estrechamente vinculado a la cultura gay y, por ende, a hombres GBHSH. Pero, creer que los hombres cisgénero son los únicos que participan en estos entornos, puede ser un sesgo para al abordarlo y entenderlo. Esta visión reduccionista no sólo invisibiliza otras identidades, también niega detectar posibles necesidades especiales. Por ejemplo, actualmente cada día existen más voces de personas trans que reconocen su participación en estos entornos, pero la información disponible sobre las posibles interacciones entre hormonas y drogas en esta población es casi nula.
Queremos hacer una mirada atrás para saber de dónde venimos y conocer a dónde podemos ir. En este artículo, de origen estadounidense realizado en 1998, nos muestran datos demográficos en relación al uso de metanfetamina para mantener prácticas sexuales y sus riesgos asociados.
¡Ojo al plato, y a los datos! Pese a no ser extrapolables, su valor recae en las reflexiones a las que podemos llegar.